jueves, 16 de diciembre de 2010

Me presento... Carta CIREN


COMO UNA PINTURA
NOS IREMOS BORRANDO
 
¡Oh, tú con flores
pintas las cosas,
Dador de la Vida:
con cantos tú
las metes en tinte,
las matizas de colores:
a todo lo que ha de vivir en la tierra!
Luego queda rota
la orden de Águilas y Tigres:
¡Sólo en tu pintura
hemos vivido aquí en la tierra!
 
En esta forma tachas e invalidas
la sociedad de poetas, la hermandad,
la confederación de príncipes.
Metes en tinta
matizas de colores
a todo lo que ha de vivir en la tierra.
Luego queda rota
la orden de Águilas y Tigres:
¡Sólo en tu pintura hemos venido a vivir aquí en la tierra!
 
Aun en estrado precioso,
en caja de jade
pueden hallarse ocultos los príncipes:
de modo igual somos, somos mortales,
los hombres, cuatro a cuatro,
todos nos iremos,
todos moriremos en la tierra.
 
Percibo su secreto,
oh vosotros, príncipes:
De modo igual somos, somos mortales, los hombres, cuatro a cuatro,
todos nos iremos,
todos moriremos en la tierra.
 
Nadie esmeralda,
nadie oro se volverá,
ni será en la tierra algo que se guarda:
Todos nos iremos
hacia allá igualmente:
nadie quedará, todos han de desaparecer:
de modo igual iremos a su casa.
 
Como una pintura nos iremos borrando,
como una flor
hemos de secarnos
sobre la tierra,
cual ropaje de plumas
del quetzal, del zacuán,
del azulejo, iremos pereciendo.
Iremos a su casa.
 
Llegó hasta acá,
anda ondulando la tristeza
de los que viven ya en el interior de ella...
No se les llore en vano
a Águilas y Tigres...
¡Aquí iremos desapareciendo:
nadie ha de quedar!
 
Príncipes, pensadlo,
oh Águilas y Tigres:
pudiera ser jade,
pudiera ser oro,
también allá irán donde están los descorporizados.
Iremos desapareciendo:
nadie ha de quedar!

Netzahualcoyotl

      Y precisamente, para no seguir el destino que nos indican las palabras del "Rey poeta", publico mi historia...

     He de decir que este, mi pimer texto, es una carta que escribí -y nunca envié, para una muy famosa institución cubana.

     Mucho años han pasado ya desde que redacté la siguiente carta, y durante ese tiempo, he recordado y descubierto hechos que más adelante compartiré...




México, D.F.  diciembre  de  1998




      Centro Internacional de
      Restauración Neurológica



      A quien corresponda:



      Por medio de la presente envío un afectuoso saludo desde México, y me permito
 exponer mi problema.



      Desde el año de 1987 comencé a presentar adormecimiento en las manos, episodios
de visión doble-borrosa, esporádicos pero intensos dolores de cabeza; además de una
gran falta de concentración en la escuela, lo que redundó en calificaciones muy bajas en mi carrera técnica en electrónica, pero, en materias tales como Inglés o Taller de Lectura y Redacción mis calificaciones fueron altas. Consulté con un médico acerca de mis síntomas físicos y concluyó que todo era ocasionado porque no me gustaba la carrera.

      Seguí en esa escuela, hasta que en enero de 1990 recibí una notificación de baja del sistema escolar por mis bajas calificaciones.  Busqué la manera de seguir “parchando” mi educación, pero al fin decidí que debía comenzar todo desde el principio; así que busqué una preparatoria particular, pero me enfrentaba a un gran problema: no tenía dinero.

      En esos días, encontré un volante en el que se ofrecía una paga muy buena por sólo unas cuantas horas de trabajo, ¡era lo que yo necesitaba para llevar a cabo mi proyecto!.

     Asistí a la dirección que se indicaba en el papel y ahí me dieron una plática que derivó a un curso de toda una semana con el fin de lograr el que yo invirtiera una cierta cantidad de dinero -¡un timo a todas luces!.

      Pero, ese curso me enseñó a confiar en mí y sacó a flote todas las habilidades que aunque yo intuía tener, estaban aletargadas.
      En septiembre de ese año ingresé a la Preparatoria ¡y todo había cambiado!, me encontré con que tenía grandes aptitudes para el estudio, el dibujo, el teatro,                 las matemáticas.  Esta bella etapa de “Renacimiento” duró tres años, aunque había ocasiones en las que la vista se me nublaba y la mayor parte del tiempo sentía que me entraba mucha luz por mi ojo izquierdo.

      Y así, al entrar al último año de preparatoria, entré en un período de confusión, las cosas de repente se me olvidaban, y en ocasiones un lápiz que sostenía en la mano caía sin darme cuenta.

      Ya para junio de 1993, al preparar una obra de teatro, se me dificultaba saltar y bajar escalones. A todo lo anterior no le di mayor importancia pues lo juzgué como algo pasajero.

      En el verano de 1993 aparecieron nuevos síntomas, como: mucho cansancio (anormal en mí) al caminar grandes distancias, al quedarme dormido presentaba una especie de parálisis y se me dificultaba el despertar; al hacer la digestión comenzaba a sudar y ésta se hacía muy pesada.

      El tiempo siguió su marcha y la dificultad al caminar se hacía aún más grande y la falta de concentración en mis estudios regresó y los dolores de cabeza se hicieron más seguidos, mi rendimiento escolar volvió a bajar pues aunque yo asistía a clases, parecía ser un alumno faltista, ya que no sentía aprovecharlas.

      Hasta que en diciembre de 1993 al asistir a una actividad escolar, tropecé en la calle sin motivo alguno, y fue cuando me di cuenta de que se había instalado en mí una especie de vértigo.

      A partir de entonces, comenzó un desfile de médicos y de análisis: que si el colesterol, que si tal vez cisticercosis, quizá síndrome de Meniére, una afección de la Tiroides, etc. etc. etc.

     Visité psicólogos, neurólogos quienes ante mis síntomas y sus análisis y revisiones,
concluían que: “Tú eres una persona muy sana y no sabemos qué sea lo que tienes. Tal vez es algo viral”.

      Consulté a médicos homeópatas, alópatas, neurólogos nuevamente y por fin, éstos últimos y después de una resonancia magnética y toda la serie de potenciales evocados, se me diagnosticó Esclerósis Múltiple.

      He visitado algunos grupos de apoyo pero aún así no me identifico como una persona con E.M. Quizá todo esto no sean nada más que “palos de ciego” o “patadas de ahogado”; pero, ¿y si mi padecimiento para mi caso en particular tuviera alguna solución?


     O en otro caso, ¿ustedes no han encontrado algún tratamiento efectivo para revertir los efectos de la E.M.?


      Agradezco la atención prestada hacia mi carta.

      Esperando respuesta de su parte, de cualquier naturaleza, quedo de ustedes




                                                                                                       Atentamente  

                                                                                            Ramón Eric Salas Hernández
                                                                                            26 años
                                                                                            México, D.F.



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